Había una vez, en un lejano país, un rey y una reina que eran
jóvenes y guapísimos y estaban muy enamorados.
El rey era
muy valiente y guapo, pero la reina, era la más guapa de todo el reino. Tenía un
pelo rubio, largo y precioso.
Los reyes
eran muy felices, pero tenía un problema y es que les faltaba tener un bebé.
Cuando la
reina se queda embarazada, todo el reino se pone muy contento; cuando pasaron 9
meses, la reina tuvo a un bebé precioso, a la que decidieron llamar Gema; era
una niña muy guapa a la que los reyes querían mucho y estaban enamoradísimos de
ella.
A la reina,
le encantaba jugar con su hija, siempre estaban jugando juntas.
Un día
cuando estaban jugando, la reina le dio un collar a la princesa, su hija. En el
collar había 3 colgantes: virgen, una figurita con una rueca de hilar y su
anillo de boda.
La reina y
la princesa Gema, por las tardes, solían ir a montar a caballo, por el bosque
que se encontraba cerca del palacio.
Una tarde,
que salieron a pasear cada una con su caballo, la reina le propuso a Gema una
carrera para ver quien llegaba antes a palacio. Entonces, como el caballo de la
princesa corría muchísimo más que el de la reina, Gema adelantó a su madre,
llegando ella muchísimo antes a palacio. Pasaron las horas y la reina no
regresaba. La princesa, Gema, ya asustada al ver que su madre no regresaba fue
a avisar al rey Carlos.
El rey
Carlos, no sabía qué hacer, pues ya había anochecido y si salía de palacio a
buscar a la reina iba a ser absurdo ya que era de noche y en el bosque no se
veía nada.
Así que,
le dijo a la princesa que se fuera a la cama que él iba a mandar a soldados a
buscar a la reina y que a la mañana siguiente seguro que la reina estaba con
ella como de costumbre, que no se preocupara.
A la
mañana siguiente, cuando Gema despertó fue corriendo a la habitación de sus
padres a ver a su madre, pero la reina no estaba allí. Y el rey Carlos, estaba
como loco buscando a su esposa.
Pasaron
los días, los años y nada, la reina no aparecía. Así que, en palacio, los
consejeros, le dijeron al rey que lo que tenía que hacer era buscar a una nueva
esposa porque el reino no podía estar sin reina y que el trono necesitaba un
heredero. El rey que seguía enamoradísimo de su esposa y con mucho dolor por su
desaparición dijo que él buscaría a otra esposa pero que tendrá que ser
muchísimo más guapa que la anterior. En palacio no le pusieron ninguna pega, le
dijeron que vale, que fuera más guapa que la anterior.
Le
trajeron a las princesas más bellas del mundo, pero no había ninguna que fuera
tan bella como su mujer desaparecida. Como no había princesas tan guapas, pues
le trajeron a aristócratas, nobles… para ver si había alguna más guapa que la
reina. Pero no encontraron a ninguna más bella que la reina.
El rey,
dijo: “bueno, pues miremos entre el pueblo”. Buscaron a las muchachas más
bellas de todo el mundo y ninguna era más bella que la reina, con lo cual que
el rey se negaba a casarse.
Seguían
pasando los días, los años.
Cuando la
princesa iba a cumplir 15 años, el rey le dijo que se iba a hacer un baile para
celebrar su cumple, y que él personalmente la quería hacer un regalo especial,
pero que lo eligiera ella. Entonces la princesa le dijo que como iba a haber un
baile en palacio que ella quería tres vestidos: un vestido tan dorado como el
sol, un vestido tan plateado como la luna y un vestido tan brillante como las
estrellas, pero hasta que no tuviera esos vestidos ella no quería celebrar su
cumpleaños. El rey dijo: “muy bien, no hay ningún problema”.
Así que
mandó buscar el oro más rico y puro del mundo para hacer hilos de oro y bordar
el vestido tan dorado como el sol, el platino más maravilloso, más rico y más
brillante de la tierra para hacer el vestido tan plateado como la luna y los
diamantes más grandes, más brillantes y maravillosos para hacer el vestido tan
brillante como las estrellas.
Al cabo de
los meses, cuando Gema, la princesa, ya tenía los tres vestidos en sus manos le
dijo el rey que ya se podía hacer el baile, pero que para ese baile tenía que
elegir a un príncipe con el que ir porque se iba a tener que casar.
La
princesa asustada al oír estas palabras del padre, dijo que ella era muy joven
y no se quería casar, que quería disfrutar de su vida soltera. El rey insistió
tantísimo en que la princesa debía casarse y en el baile tenía que elegir al
príncipe que la princesa se vio en la obligación marcharse del palacio. Para
ello, se aseguró que llevaba la cadena que le había regalado su madre con los
tres objetos, metió en un saco los tres vestidos: el vestido tan dorado como el
sol, el vestido tan plateado como la luna y el vestido tan brillante como las
estrellas y fue a la habitación de su madre a coger un abrigo que tenía que era
de toda clase de pieles de animales.
El abrigo
era enorme, le llegaba hasta los pies, era acampanado, tenía unas mangas
enormes dentro de las que podía meter los brazos y además tenía una capucha
enorme en la que podía taparse la cabeza.
Así que,
se puso el abrigo de toda clase de pieles, se metió el pelo por detrás y se fue
de palacio con mucha pena porque ella quería mucho a su padre pero no estaba
dispuesta a casarse con un príncipe tan joven; y se fue a buscarse la vida.
Se dedicó
a pasar los días escondida en los huecos de los árboles, en las ramas de los árboles
y luego por la noche caminaba, caminaba y caminaba, sin brújula ni nada, con el
único propósito de alejarse del castillo para evitar el gran baile, en el que
debía elegir un príncipe para casarse.
Mientras
tanto, en palacio, el rey Carlos que estaba muy triste por la huída de su hija,
tenía que seguir buscando esposa porque el reino necesitaba un heredero para el
trono.
Así que un
día, que estaba atardeciendo, y se estaba ella recolocando, para salir de un
árbol dónde había estado durmiendo, cuando de repente, oyó voces y tuvo miedo
de que fueran los soldados de su padre que venían a por ella para llevarla a
palacio; entonces ella se tapó con el abrigo que era de su madre, pero es que
esas voces eran de cazadores y venían con perros. Y los perros al oler a un ser
vivo, rodearon el árbol y empezaron a ladrar, a ladrar y a ladrar. Cuando Gema
vio que venían personas empezó a decir: “por favor no me hagáis nada, soy un
animalillo asustado, no me matéis, no me matéis”.
Entonces
los cazadores, al darse cuenta que era una chica por la voz, la sacaron de
allí. Gema estaba sucia y estropajosa de haber caminado tantísimo tiempo. Ella,
no se dejaba quitar el abrigo para que no la descubrieran y solo decía “soy un
animalillo asustado”; entonces los cazadores pensaron que le había pasado algo
y que no estaba bien.
Así que
estos cazadores, que eran amigos de un príncipe de un país muy lejano, se
llevaron a Gema a su casa.
Como Gema
no sabía hacer nada, la metieron en las cocinas. El cocinero que nunca había
tenido un ayudante, no le hacía mucha gracia tener allí a Gema, pero pronto la
cogió mucho cariño y la trataba como si fuera su hija.
En ese
nuevo palacio, nadie sabía que Gema era una princesa. Ella nunca se quitaba el
abrigo, para que no la descubrieran, por si acaso, avisaban a su padre.
Gema, veía
al príncipe muy guapo y le gustaba mucho y se fue enamorando según pasaba los
días y los años.
La reina
de aquel reino, decidió que ya era hora de que su hijo, el príncipe se casara y
que iban a hacer tres bailes para que su hijo eligiera a una princesa. .
Cuando llega
el primer baile, después de que Gema hubiera hecho toda la comida y todo lo que
había que hacer, esta, le dijo al cocinero, que si podía esconderse por las
escaleras y ver el baile de lejos para ver cómo iban vestidas las otras
princesas. Y el cocinero le dijo que sí, que podía ir pero que no tardara mucho
porque una vez que finalizara el baile había que ir a la habitación del
príncipe a llevarle una sopa. Entonces Gema, le dijo que no se preocupara que
tardaría muy poco.
Gema,
subió corriendo a su habitación, se dio una buena ducha, se peinó y se puso el
vestido tan dorado como el sol y bajó al baile.
El
príncipe que la vio, le pareció la mujer más guapa que había visto nunca y
empezaron a bailar juntos.
Al
príncipe, le pareció una chica guapa, inteligente, bien educada… no tenía
ninguna duda que era una princesa.
Cuando empezaron
a irse todos los invitados, Gema se fue corriendo a su habitación, se mancho la
cara y las manos, se puso el abrigo y se fue corriendo a la cocina para
prepararle la sopa al príncipe.
El
cocinero que ya estaba muy nervioso, le dijo: “prepárale la sopa al príncipe y
llévasela a su habitación, por favor”. Gema le hizo caso al cocinero y cuando
iba de camino hacia la habitación del príncipe, se le ocurrió quitarse la
cadena de oro que le había regalado su madre y saco la medallita de la virgen y
la echo dentro de la sopa del príncipe. Llamo a la puerta y le entregó el plato
de sopa al príncipe, le dio las buenas noches, cerró la puerta y Gema se fue a
su habitación pensando en que el príncipe estaría tomando la sopa que ella
había hecho para él con tanto amor, y que qué cara pondría cuando viera la
medallita de la virgen.
Efectivamente,
el príncipe se estaba tomando la sopa que estaba riquísima y notó algo que
hacía clin – clin y sacó la medallita y se sorprendió porque le extraño mucho
que el cocinero tuviera una medallita de la virgen, así que la dejo encima de
la chimenea.
A la noche
siguiente, en el segundo baile, ocurrió lo mismo que la noche anterior,
solamente que Gema se puso el vestido tan plateado como la luna y esta lo que
le echó en la sopa fue la rueda de hilar.
Cuando el
príncipe, ya ilusionado, se empezó a tomar la sopa, y encontró la rueca de
hilar se dio cuenta de que estas dos figuritas se las había puesto una mujer.
Llegó el
tercer y último baile y Gema pudo salir de la cocina, otra vez, con la escusa
de que quería ver el baile. Fue a su habitación y se puso el vestido tan
brillante como las estrellas. Con este vestido, estaba preciosa.
En ese baile,
el príncipe solo bailo con ella y no se despegaba de Gema para nada. Aunque él
todavía no sabía cuál era su nombre.
Cuando empezaron
a irse los invitados ella se fue corriendo, porque tenía que llevar la sopa a
la habitación del príncipe, pero antes el príncipe, introdujo un anillo en el
dedo de la princesa.
Gema se
fue corriendo a su habitación, pero esta noche solo le dio tiempo a ponerse el
abrigo; salió corriendo hacia la cocina, le hizo la sopa al príncipe y se la
subió esta noche, introdujo en la sopa la última figurita que tenía colgada en
su cadena: el anillo de boda de su madre.
Esa noche
como era algo más tarde, el príncipe le dijo que pasara y que se esperara a que
se acabara la sopa y así se bajaba el plato. Para que el príncipe no
reconociera a Gema, ella se tapó muy bien la cara con el abrigo, ya que esa
noche no le había dado tiempo a ensuciarse la cara.
El príncipe
que reconoció su voz, ya que había estado hablando con ella en el baile, le
pregunto que si había hecho la sopa ella, pero ella se lo negó.
Entonces le
pregunto: ¿No se te habrán caído algunos colgantes dentro de mi sopa estas tres
noches no?
La princesa
le dijo que no y que ella no sabía de que le hablaba.
Total, que
al final, cuando el príncipe se acabó la sopa, cogió el anillo, se levantó y le
cogió la mano a Gema y le dijo: “pues creo que este anillo se parece mucho al
que tienes tu en la mano y que te he puesto yo esta noche. Sabía que eras tú y
no me importa quién seas, de dónde vengas y cómo te llames, porque se que eres
el amor de mi vida y me gustaría pasar el resto de mi vida contigo”.
En este
momento, la princesa, le contó toda su historia, porque había huido de su palacio,
pero le dijo que había encontrado al príncipe de su vida y que quería pasar el
resto de su vida junto a él.
COLORÍN COLORADO ESTE CUENTO SE HA ACABADO Y…
COLORÍN COLORETE POR LA CHIMENEA SALE UN COHETE.
Modificaciones:
- He cambiado el título.
- He omitido que la reina muere, en este cuento desaparece.
- He quitado el incesto.
Se mantiene:
- Que el rey tenga que buscar esposa.
- Que la princesa escape del palacio.
- Los tres vestidos.
- El abrigo de toda clase de pieles aunque no es el rey quien se lo regala a su hija, sino que el abrigo ya era de su madre.
- La princesa se esconde en el bosque para no ser descubierta.
- Que la encuentran los cazadores y se la llevan al príncipe.
- Que trabaja en la cocina de ayudante.
- Va al baile por las noches con los vestidos.
- El príncipe siente atracción por la princesa.
- Como la princesa, le va dando los colgantes al príncipe.
- Como el príncipe se da cuenta de que es ella.
- Y por último que al final se quedan juntos.
Este cuento
lo he adaptado para niños de 4 años, y al hacerlo he pensado todo el rato en mi
hermana, por eso el título: “La princesa Gema”.
He intentado
no cambiar mucho la historia, ya que es una adaptación y no una versión, por
ello, he sustituido aspectos que no me parecían recomendables para esta edad
como el deseo del rey por querer casarse con su hija.
Muy bien. Solo hay una cosa que no has respetado que es el hecho de que la princesa pida los vestidos y el abrigo para retrasar el momento de cumplir las órdenes de su padre que eran contrarias a su voluntad.
ResponderEliminar